Uriel Flores Aguayo
La protesta “ contra la gentrificación “ en la CDMX amerita una reflexión y sus respectivos comentarios. Anula sus “ buenas “ intenciones la violencia desplegada en forma destructiva. Las críticas y demandas perdieron visibilidad ante los daños materiales. Todo indica que no es una protesta de los vecinos de La Condesa y La Roma, sino de grupos ajenos de diversos orígenes. Evidentemente esa movilización es legítima, pero se degrada por la violencia. Ciertas consignas son abiertamente xenofobicas, del nivel de Trump. Es vergonzoso y peligroso que se den esas expresiones. Merecen la condena firme y generalizada de la ciudadanía y las autoridades; no se debe permitir algo así. La gentrificación tiene su lógica y es inevitable, lo que se puede hacer es normarla. No se evita con protestas. Los nómadas digitales son una realidad que se potencializó con la pandemia del COVID y es parte del mundo del internet. En esas o en otras colonias harán presencia, son parte de las nuevas realidades laborales. La gentrificación no es negativa en sí misma, también trae beneficios. Es curioso que en algunas ciudades de Europa repudian el exceso de turismo, mientras que nuestro país les hace activas invitaciones. Son paradojas del desarrollo y la situación económica de cada país. Allá no quieren más turismo, acá sí. Algunas consignas de las marchas recientes deben abordarse críticamente: se referían a los extranjeros en general y a los “ gringos “ en particular como presencias nocivas. No es claro si sostienen posiciones “ nacionalistas “ o buscan alguna identidad a “ su lucha “. A mí me parece un absurdo el ataque a los extranjeros y una postura “ patriotera “. Quienes levantan pancartas o pintan grafitis con consignas anti foráneos no tienen nada que envidiarle a TRUMP , son iguales. Es el facilismo demagógico de buscar culpables, y si son extranjeros mejor para una narrativa supuestamente nacionalista. Se hizo viral un video donde una joven trabajadora del gobierno de la CDMX cuestiona al popular Luisito comunica, diciéndole que la protesta es por una lucha de clases. Es gravísimo que se piense así. Habla de una profunda confusión y extravió en ciertos grupos que, a falta de ideas propias, pretenden justificar sus acciones con banderas de los años 70. No hay alguna fuerza política en Mexico que sostenga la lucha de clases, al menos no de forma seria. Si para algunos destruir establecimientos comerciales, insultar extranjeros e intentar expulsar a habitantes de ciertas zonas de la CDMX, es una lucha de clases, me temo que viven en la más terrible confusión ideológica y política, que extraviaron sus luchas e identidades, y que dan golpes de ciego. Hay algo peor: la inacción de las fuerzas de seguridad ante los actos de violencia. Es una postura política en realidad que comparte algo del sentido de las protestas. Es la omisión más grave que puede hacer una autoridad. Es permitir daños materiales a empresarios, afectar fuentes de trabajo y espantar a los inversionistas. Es mucho el daño que se causa. Es anarquía y justificación a quien sea para hacer lo mismo, siempre y cuando invoquen supuestas causas sociales.
Así andamos. Está visto que ciertos grupos políticos no buscan convencer ni traer beneficios a la colectividad; su labor es testimonial y destructiva, es pretendidamente “revolucionaria” sin que pase del papel. Haciendo su” revolución “ desde el montón y cobrando en las nóminas oficiales. Es el vacío. Es una muestra más de falta de ideología e identidad sólida; en cambio, quedan las ocurrencias y sus efectos destructivos. No hay que hacer ninguna concesión a la violencia ni a posturas de xenofobia. No hay lugar para eufemismos, la condena a la violencia debe ser unánime y con consecuencias.
Recadito: si ya somos de las flores y Atenas veracruzana como para qué agregar lo de las virtudes. |
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