Samuel Aguirre Ochoa
Hoy vivimos en un mundo lleno de problemas, lleno de atrocidades, de antagonismos, que se manifiestan en diversas formas dependiendo del espacio que analicemos. Se ponen de manifiesto contradicciones que en la mayoría de las ocasiones no vemos o no alcanzamos a entender las causas últimas que explican dichas contradicciones y mucho menos alcanzamos a comprender la solución definitiva de las mismas.
El imperialismo exhibe de manera clara estas atrocidades, como por ejemplo en el hecho de que el genocidio de Israel es un gran negocio. Sí, la muerte de miles de niños, jóvenes, adultos y ancianos es un negocio muy lucrativo y rentable de docenas de grandes empresas occidentales que han invertido mucho dinero en la opresión del pueblo palestino por parte de Israel.
El prestigiado periódico británico Financial Times relató el pasado 6 de julio que un grupo de empresarios israelíes y británicos, dirigidos por el ex primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, ha estado buscando formas prácticas de hacer realidad la “visión” del presidente estadounidense Donald Trump sobre Gaza como la “Riviera del Oriente Medio”: transformar el pequeño enclave costero en un parque de atracciones para los ricos y una atractiva oportunidad de inversión, una vez que se haya llevado a cabo la limpieza étnica de su población palestina.
El Financial Times también relató que el primer ministro inglés, Key Starner, prohibió la existencia de la organización “Palestine Action” en Inglaterra tras la presión que ejerció un fabricante de armas israelí, cuyas fábricas en el Reyno Unido han sido atacadas por dicha organización, debido a que esta empresa suministra drones asesinos y otras armas fundamentales para el genocidio de Israel en Gaza.
Estas revelaciones salieron a la luz, como fruto de la investigación de la relatora especial de las Naciones Unidas sobre los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese. El informe titulado “De la economía de la ocupación a la economía del genocidio”, en el que se expone la amplia participación de las grandes empresas en los crímenes de Israel en Gaza y los beneficios que obtienen de ellos.
Francesca Albanese señala que no se trata de una novedad, pues estas empresas llevan décadas explotando las oportunidades comerciales asociadas a la violenta ocupación israelí de los territorios palestinos, y, que el paso al actual genocidio no ha supuesto una amenaza para las ganancias de estas empresas, sino que los beneficios han aumentado a medida que la ocupación se ha transformado en una economía de genocidio.
Es del conocimiento de los especialistas en temas militares, que por muchos años Israel ha servido como la mayor incubadora de empresas en el mundo y que no sólo se limita a fomentar la creación de empresas emergentes, sino que ofrece a las corporaciones globales la oportunidad de probar y perfeccionar nuevas armas, maquinaria, tecnologías, procesos de recopilación de datos y automatización en los territorios ocupados. Estos avances van acompañados de opresión masiva, control, vigilancia, encarcelamiento, limpieza étnica y, ahora, genocidio sobre los palestinos.
La ocupación de la Franja de Gaza está permitiendo que estas innovaciones tecnológicas de sometimiento tengan aplicaciones tanto a nivel nacional como internacional. “Gaza se ha convertido en el campo de pruebas ideal para los fabricantes de armas y de las grandes tecnológicas, se ha convertido en el laboratorio del mundo empresarial y una ventana a nuestro propio futuro mientras que los inversionistas se benefician libremente”, señala el informe de Albanese.
Esta acción fue comprobada por la empresa armamentística israelí Rafael, que publicó un video promocional de su dron Spike FireFly en el que se veía como localizaba, perseguía y mataba a un palestino en lo que denominaba “guerra urbana” en Gaza.
Los fabricantes de armas no son los únicos que se benefician de la destrucción genocida de Gaza y de las ocupaciones de Cisjordania y Jerusalén Este. También se han sumado los monopolios de la industria de la construcción y los materiales, la agroindustria, la industria turística, el sector de bienes y las cadenas de suministros, financiadas por un poderoso sector financiero que incluye bancos, fondos de pensiones, universidades, aseguradoras y supuestas organizaciones humanitarias.
Estas empresas han deformado al Derecho Internacional para convertirlo en un escudo y manto protector para las atrocidades que cometen, para ellas y sus poderosos dueños; en ellas no aplican las sanciones punitivas por genocidio, crímenes de guerra y violaciones a la soberanía de Gaza. Nuevamente se demuestra que el imperialismo solo obedece a las leyes económicas de la acumulación y centralización del capital, así como la expansión territorial.
Entre las principales empresas tecnológicas beneficiadas por el genocidio palestino están Grupo NSO, que desarrolló el software Pegasus, utilizado por gobiernos de todo el mundo para espiar y vigilar a ciudadanos incomodos; la desarrolladora de microchips y procesadores IBM que ha desarrollado tecnología para recopilar información biométrica de los palestinos; Microsoft, que tiene en Israel su mayor centro de operaciones fuera de Estados Unidos o Google y Amazon que han cobrado contratos por más de 1 mil 200 millones de dólares para proporcionar infraestructura tecnológica al régimen israelí.
En la lista de beneficiarios también aparece el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), universidad privada que desarrolla sistemas de armas automatizadas para drones en coordinación con la empresa Elbit.
Por otro lado, empresas de la construcción como Caterpillar, Volvo y Hyundai se han beneficiado proveyendo maquinaria pesada para demoler viviendas, templos e infraestructura urbana de los palestinos. Empresas petroleras como BP, Chevron entre otras, están saqueando los yacimientos de gas natural del Mediterráneo ubicados frente a la costa de Gaza, cuyos permisos fueron otorgados por Israel poco después de invadir este territorio.
El informe de la ONU revela que Israel planea construir modernos centros de concentración, al puro estilo hitleriano, en donde los palestinos serán confinados y sometidos a estrecha vigilancia. Campos de exterminios camuflados como “centros de distribución de ayuda” que serán gestionados por la poderosa Boston Consulting Group, el mismo consorcio que planea convertir a Gaza en la “Riviera de Medio Oriente” para los ricos.
Estos jugosos negocios son la razón de porqué el gobierno imperialista de Estados Unidos continúa apoyando a Israel a pesar de que crece la indignación mundial y que cada vez son más las evidencias de que en Gaza se comete un genocidio en toda regla.
Por esta razón, los gobernantes y medios de comunicación al servicio del gran capital han hecho a un lado cualquier sentido de moralidad o respeto al derecho internacional y se han empleado a fondo para tratar de manipular y engañar a la humanidad, tachando se “antisemitismo” cualquier intento de decir la verdad de los que ocurre en Gaza, aunque tales verdades provengan de las propias instituciones que el imperialismo creó para controlar al mundo, como la ONU.
Para el imperialismo, la importancia de Israel va mucho más allá de Gaza y Medio Oriente, por eso lo han defendido a capa y espada, pues en realidad se trata de una incubadora de la industria bélica y tecnológica para desarrollar innovaciones que luego puedan utilizarse en una guerra a mayor escala en contra de China, Rusia o el resto de los países BRICS que están desafiando la hegemonía estadounidense.
Además, el imperialismo mundial está obteniendo otro beneficio mucho más escalofriante, al pretender normalizar frente al mundo entero un genocidio, por lo que en futuras guerras en campos de batalla mucho más amplios los millones de vidas masacradas solo serán consideradas como “bajas accidentales” o daños colaterales necesarios. Así pues, se desensibiliza al mundo entero para que luego la matanza de Gaza se replique en otras partes del planeta como China o Rusia, o cualquier otra nación que el imperialismo pretenda someter por la fuerza, como puede ser el caso de México.
Así pues, ningún ser humano está a salvo de este inmenso peligro mientras el sistema económico actual esté vigente, por eso es obligación de todos los hombres y mujeres bien nacidos, denunciar el genocidio de Palestina y trabajar al interior de nuestros países, organizando y politizando a las clases trabajadoras, para llevarlas a la conclusión de que la única salida para la salvación colectiva de la humanidad se encuentra en la construcción de una organización social nueva y superior a la actual, en la que no domine la lógica irracional de la obtención del máximo de ganancia, sino que las relaciones de producción tengan por objetivo primordial satisfacer plenamente las necesidades de todos los seres humanos. |
|