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XALAPA.- El sacerdote católico David Pérez Cruz, párroco en la comunidad de Libertad, de la parroquia de Nuestra Señora de Amatitlán, desde la zona baja de Misantla, lanzó un llamado de atención a quienes buscan gobernar: "¡Vuelvan los ojos al campo, que ha sido abandonado por años!" Durante una entrevista, el sacerdote reflexionó sobre la grave crisis que enfrentan las comunidades rurales, a quienes dijo: “la fe las sostiene, pero la tierra las alimenta, y esa tierra ha sido descuidada, explotada y relegada de las agendas políticas. El campo ha sido olvidado, lo que cosechamos es para el bien de todos, pedimos a Dios la lluvia, pero también necesitamos el compromiso de nuestros líderes para cuidarlo, protegerlo y fortalecerlo", expresó el sacerdote. Con palabras que entrelazaron la espiritualidad con el sentido social y ecológico, el padre David no solo pidió proyectos agrícolas sostenibles y justos, sino que elevó un grito por el cuidado del medio ambiente, advirtiendo sobre la crítica situación de los ríos y mantos acuíferos contaminados por el descuido humano. "Debemos dejar de envenenar nuestros ríos, cuidar el agua, educarnos en el reciclaje y dejar de tirar basura, el cuidado de la creación también es parte del evangelio, nuestra casa común es sagrada", enfatizó. En un tono de aguda crítica social, el párroco destacó que la santidad también florece en el campo, en el trabajo silencioso de quienes cosechan el alimento diario. "En el sudor del jornalero también está presente Dios, en el trabajo humilde del campo se revela la santidad de nuestra tierra", sentenció. Las palabras del padre David no solo interpelan a quienes están en campaña, sino también a la ciudadanía para recordar que el campo no es un problema, sino la raíz viva del pueblo veracruzano. Por último, el sacerdote reiteró que la misión de la Iglesia también implica levantar la voz ante la injusticia y el abandono, porque la fe, dijo, no puede estar divorciada del compromiso con la dignidad humana y el entorno natural. Este mensaje se suma a las crecientes demandas sociales por un cambio real en las políticas públicas, que prioricen el rescate del campo, la defensa de la naturaleza y el bienestar de quienes aún resisten sembrando esperanza sobre la tierra. Así las cosas.
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