Apenas ayer comentaba con mis tres amables lectores, que la destrucción que todos los días hacemos los seres que nos decimos humanos; pero que nuestro proceder nos califica como inhumanos, destructores de La Madre Naturaleza...
Hoy sale la nota, que, en la cima del mundo, el Monte Everest a 8,849 metros de elevación, hay cerros de basura que han ido dejando quienes hasta ahí han llegado. Con tal grado de inconciencia, que las autoridades de Nepal han fijado una cuota a quienes quieren subir -15,000 dólares- y la condición de que al regresar traigan consigo 8 kilos de basura; aparte de la suya y de sus deshechos corporales...
Pues hoy en la mañana, mientras daba de comer a los animalitos, vi venir un grupo de una docena de personas, hombres y mujeres “placosos”, pues se les identificaba fácilmente como Testigos de Jehová -“indio con portafolio: Testigo de Jehová- dice el corrillo popular...
Buenos días, saludé cuando pasaban; pero una dama, acompañada de otra dama que se mantenía a distancia, se detuvo y me preguntó si podía conversar unas palabras. Sabiendo por donde iba, me preparé. Me preguntó si he leído la Biblia, asenté y abriendo un libro empezó a leerme algo...
Disculpe, la interrumpí respetuosamente, pero yo no creo en Dio$. Nos han mentido por miles de años, con el cuento de que somos hijos escogidos de Dio$. Y luego de Jehová, el asesino en serie que creaba las cosas, pero como finalmente no le gustaban, las destruía. Pues en su infinita sabiduría ignoraba que su creación no iba a funcionar como él quería...
Es patético que la humanidad crea en esas vaciladas de los dio$e$, que solo sirven para hacer negocios y vivir a sus expensas, pero que no sirven para otra cosa que estafar a la gente con sus cuentos. Ante el asombro de la dama, concluí...
Toda la humanidad, no solo la actual, sino toda la que ha vivido miles de años en El Planeta. Incluyendo personajes como Pitágoras, Platón, Zaratustra, Maya, Hanneman, Krishna, Buda, Mahoma y todos los demás que se les ocurran -y empezando por nosotros- no valemos nada, ante la vida de una sola abeja...
Y vienen con el cuento de que somos seres superiores. ¡Por favor! No se puede ser tan ignorante, tan ingenuo, tan cándido, como para dar como ciertas esas estupideces. Somos parásitos de La Madre Tierra. Y esa es la cruda realidad. No encajamos como eslabón en ninguna cadena ecológica...
El día que desaparezcan las abejas, ningún humano lo alcanzará a ver; pues desaparecerá el mundo como lo conocemos. Morirán plantas y animales. Y con ellos, desaparecerán sus “milagrosos” dio$e$, que no han podido hacer que haya paz en La Tierra. Hasta podría decirse que sus diferencias han provocado las guerras...
En cambio, cuando la especie humana desaparezca de la faz de La Tierra, todos, absolutamente todos los demás seres vivos, plantas y animales, saldrán a festejarlo. Somos una plaga y no queremos darnos cuenta de lo dañinos que somos...
Pero todavía quieren que a esos dio$e$ se les rindan honores y pleitesía; cuando lo que deberíamos hacer es borrarlos del consciente y del subconsciente...
El problema es que quien no cree en sí mismo, necesariamente, para darle un sentido a su vida, tiene que creer en algo, aunque sean puras mentiras...
Lo que sí no es mentira, es que podemos tomar las riendas del País, evadiendo, legalmente, el pago de impuestos; y no permitir que estos parásitos que nos gobiernan con sueldos de países ricos y libertad para robarse todo lo que puedan; se salgan con la suya de oprimir cada vez más al Pueblo...
Ya había comentado que, si se deja de comprar comida chatarra, el golpe económico sería terrible y obligaría al Gobierno a renegociar las recaudaciones y los presupuestos. Pero nadie hizo caso. A pesar de que la medida resultaría también en beneficio de su salud...
Pero como la gente vive en sus enfermos rollos, Solo entendiendo que están mal, se puede explicar la indolencia, primero por el bien propio y segundo por el bien común. Por lo qué, difícilmente se animarán a proponer, y menos a llevar a cabo EL TRUEQUE...
Recordando aquel amigo que quería vender un perro en un millón de pesos. Y nadie se lo compraba, hasta que alguien se lo cambió por dos gatos de 500 mil. En el trueque pueden salir cosas interesantes. Si alguien pusiera una página en la Red seguro tendría éxito.
Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.
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