A sus 89 años murió hace unos días Robert Redford, un icono de Hollywood. Hace unos años, tantos que no recuerdo cuántos, visité su rancho llamado Sundance, un resort extraordinario en las montañas de Utah. Allí vivía el actor y amaba a ese pueblo de mormones. El nombre Sundance fue en homenaje a la película de Butch Cassidy y Sundance Kid. Venían las olimpiadas del 2002, había letreros por todos lados, de uno me acuerdo, acababa de morir Lady Diana, La princesa del pueblo, en 1997, había un letrero grande de no tomar: “No beba alcohol mientras maneje. Un borracho mató a una princesa”. Visité la afamada universidad privada de BYU, que tiene 32 mil estudiantes y allí estudió un paisano orizabeño, el ingeniero Marco Córdova, posé frente a los leones que están en la entrada y en la placa de la Universidad, en esas 224 hectáreas. Lugar bello con sus ciudades, Provo, donde murió Redford, ahí cerca fue el crimen del activista amigo de Trump, Charlie Kirk, Logan y Ogden, tierra de mormones.
Uno va recorriendo por la carretera llena de nieve y miras el ganado que en épocas de nieve, le tienen sus alimentos bajo techo, cuidándolos del mal tiempo. Suelen abrir los Mall, o sea, la plaza comercial que es grande, para que los viejitos caminen muy temprano en ese lugar que tiene un clima difícil de nieve, pero bello y maravilloso, ver las montañas llenas de nieve me recordaba al Pico de Orizaba.
PERO VOY CON REDFORD
Sucede que mientras manejábamos, a mi hijo Juan Carlos le pedí bajara de la autopista y entráramos a un Oxxo de ellos, sería un 7 Eleven, a comprar papitas y fritangas, la señora cuando nos escuchó hablar preguntó si veníamos de México, cuando le dijimos que yes, preguntó si conocíamos el rancho Sundance, que era del famoso Robert Redford, un resort abierto al público como centro de esquíes, con instructores y toda la cosa y con una cabaña grande donde nos comimos una carne exquisita, tienen fama de tener el mejor ganado de Estados Unidos, y los rybays eran de campeonato. Las hamburguesas, ni se diga. Contaban las meseras que, de vez en cuando, Redford aparecía a comer. Redford patrocina desde hace años el Festival Sundance de cine en Salt Lake City, un afamado evento. Ximena y Belén tomaron clase con un maestro de esquí, para darse unos sentones.
Esos sitios son inolvidables, toma uno el camino y de un lado se ve la montaña nevada y al lado opuesto se ve el rio con pescadores con sus botas a las rodillas, pescando el Salmón. Solo nos faltó ver osos cazando salmones, que seguro por allí andarían cerca.
Vi su grandiosa iglesia de los Santos de los Últimos Días (hay una en Veracruz, frente a Mocambo) y su Tabernáculo, Derek y Eyrita, los sobrinos que son mormones nos dieron una tour. Vi la casita de exhibición de madera cuando los pioneros llegaron, vivían en condiciones lamentables, solo leña y fuego para sobrevivir y cazar lo que se pudiera. He leído la historia de Joseph Smith y Brigham Young, los padres fundadores de esa iglesia que hoy son millones en el mundo y que en Utah llegaron cuando eran perseguidos por el gobierno y se asentaron allí en ese clima inhóspito, pensando que ya no los perseguirían, hasta allá fueron por ellos por el asunto de la poligamia.
Todo este recuerdo por la muerte de Robert Redford, descanse en paz.
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