Jesús vivió y murió para redimir al hombre de todos sus pecados, reza uno de los cantos del cristianismo más difundidos. Lamentablemente, la condición humana se resiste a cambiar de rumbo y la experiencia histórica demuestra cómo se ha anulado aquel sublime sacrificio, es posible comprobarlo a través de episodios donde se confirma que “el hombre es el lobo del hombre”, según la apreciación de Hobbes. Con reiterada frecuencia escuchamos voces añorantes del pasado, suponiendo que en ese antaño la conducta del hombre fue mejor a la de la actualidad, pero una zambullida arqueológica al pasado la exhibe como nostalgia trasnochada porque la historia universal tropieza en cada siglo con enfrentamientos sangrientos del hombre contra el hombre. Persas contra Grecia, Roma contra el mundo, la Inquisición como mancha imperecedera “en nombre de Dios”, Napoleón, Hitler, la “Primera Guerra Mundial”, la Segunda Guerra Mundial y muchos etcéteras más de no menor decadencia humana.
Francesco Petrarca (1304-1374), a quien se reconoce como el iniciador del Humanismo, se remontaba a la Roma Imperial con el pensamiento fijo de una unificación italiana que posibilitara alcanzar la grandeza de los tiempos idos. Se refería a la virtud que según su percepción había caracterizado al imperio romano. Pero ni Cicerón, Catón, ni Diocleciano, con sus virtudes y defectos a cuestas formaban un elenco capaz de purificar el enturbiado ambiente político de la Roma antigua, César, apuñalado a traición, Nerón sacrificando a Séneca, su mentor; Agripina envenenando a Claudio, su esposo, para favorecer el ascenso de su hijo, Nerón, quien a su vez cometió matricidio. Basta con una breve reseña sobre las pugnas por el poder en el decadente imperio romano para deducir que la fuente de ese triste final fue la ambición del hombre tras del poder. Y así per in sécula seculorum. ¿Es el hombre, lo mejor de la creación? Chi lo sa |
|